El debate sobre los deberes

 


Este es uno de los debates más populares del entorno educativo, todo el mundo tiene una opinión un tanto encontrada, pues están por una parte los escépticos un tanto tradicionalistas que defienden a los deberes como un complemento indispensable del proceso de educación. Y por el otro bando, con una opinión un tanto rompedora y progresista, ven innecesario el uso de dichas actividades, pues no conciben una relación de mejora en los resultados académicos.

En cualquiera de los casos hay estudios y trabajo de campo que presentan que ambas situaciones pueden llevar a un alumno a desarrollarse plenamente de sus capacidades académicas. ¿Por qué digo esto? Pues si se toman como guía a los modelos educativos de diversos países con éxito en él informe PISA, se pueden ver casos, como Corea del Sur y Singapur, que mantienen un desempeño más tradicionalista en cuanto a los deberes.

Mientras que, en el bando sin deberes, aparece el ya reiterado y adorado por casi todo el mundo modelo finlandés, abogando por un sistema donde se priman las clases magistrales con horarios reducidos, plantear exámenes dónde el alumnado utilice sus conocimientos desarrollando respuestas coherentes, con una implicación personal y dejando de lado los famosos exámenes tipo test. Pero, sobre todo, destaca la política de no mandar más de 20 minutos de deberes en ocasiones por semana.

Este último modelo, es casi una antítesis del español, pues en este país de media se mandan entre 40 min y 1h de deberes a veces por día. Por lo tanto, uno se pregunta ¿Cuál es el mejor sistema de repartición de deberes? Porque hay sistemas educativos, que, manteniendo una alta tasa de actividades para casa, poseen grandes resultados en el informe PISA, y otros que poseyendo una baja también llegan a buenos resultados.

Por lo tanto, considero que quizás la clave está por una parte en la gran capacidad de las clases magistrales en el modelo de pocos deberes y la eficacia de mandar ejercicios con un gran nivel pedagógico, en el caso de aquellos que creen en los deberes como necesarios para complementar la lección.

Continuando con mis propias consideraciones, creo en los deberes. Pero no en aquellos que sean monótonos, aburridos y reiterantes, sino en los que generen interés y ganas de realizarlos, promoviendo al alumno a realizar diversas tareas, en las que tenga la capacidad de elección.

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