Idealizando al docente
Dije en mi anterior entrada, que el pináculo del
docente para mí sería la figura de Don Gregorio, en La lengua de las mariposas.
Y sigo convencido de ello a pesar que buscar un ideal como tal sea una utopía. Pero
a sabiendas de que todo maestro es humano y comete y cometerá errores,
considero que todo buen docente debería de poseer ciertas características:
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Carismático/a:
aunque para muchos no sea algo importante o no quieran pensar en sus
profesores, como personas de este tipo. Creo que es necesario serlo, pues el
carisma está relacionado con la capacidad de que se acuerden de ti, de tus
clases, de tus cosas buenas y malas. Ser carismático no es ser popular, es ser
recordado y eso es fundamental a la hora de dar clase.
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Tolerante: dentro
de esto está el respeto por todo tipo de diversidad, además de poseer una
paciencia extrema, que, en muchas ocasiones, será puesta a prueba.
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Justo/a: hablar de
justicia en las aulas, es hablar de que siempre va a haber un alumno que va ser
encasillado como mal estudiante. Con motivo o sin él, el docente por motivos de
la naturaleza humana, va a ser la dinámica social que se ha creado en torno a
ese tipo de alumnos y va a hundir todo su potencial. Ser justo, es ser
coherente con los principios docentes, pero también es ser justo con uno mismo
y aceptar errores y luchar para que el sentimiento de injusticia en el aula,
sea lo más débil posible.
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Motivador/a: pero
no sólo con los alumnos, sino consigo mismo, pues es necesario renovarse y
vivir en una condición de curiosidad perpetua, en la que trasmitas tu interés por
tu materia de una forma natural.
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